

Ghosts without a Trace
Episode 6 | 46m 14sVideo has Closed Captions
Costa is under house arrest, but that doesn't keep him from his investigation.
Costa is under house arrest, but that doesn't stop him from continuing his investigation. He discovers that behind Marga's death lies large-scale political corruption and he won't stop until he uncovers the real culprit.
Problems with Closed Captions? Closed Captioning Feedback
Problems with Closed Captions? Closed Captioning Feedback

Ghosts without a Trace
Episode 6 | 46m 14sVideo has Closed Captions
Costa is under house arrest, but that doesn't stop him from continuing his investigation. He discovers that behind Marga's death lies large-scale political corruption and he won't stop until he uncovers the real culprit.
Problems with Closed Captions? Closed Captioning Feedback
How to Watch The Room
The Room is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.

Discover Mysteries, Romances, & More
Explore our hand-picked collections of PBS dramas to find your new favorite show. Browse our catalog of sweeping historical epics, breathtaking romantic dramas, gripping crime thrillers, cozy family shows, and so much more.Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship[silbido] - Ya hemos llegado.
La suite principal.
Debería acompañarla adentro.
- No se preocupe, estaré bien.
[pitido] - ¡Costa!
[música de suspenso] A ver cómo te comportas.
Ya me contará cómo le han dado permiso para esto.
Esperaré afuera.
Cualquier cosa, dé un golpe en la puerta.
- ¿Se puede saber qué haces aquí?
- Me dijiste que no había tiempo que perder, ¿no?
- Ya.
¿Y has venido corriendo?
¿Ya te ha pasado el miedo?
Soy yo quien elige dónde y cuándo... Sara.
- Lo sé, lo siento.
Te tendría que haber avisado antes.
- He oído tus tacones desde el módulo de abajo.
Ahora todo el mundo sabe que estoy hablando contigo.
- Perdón.
Solo quería que supieras que he decidido llegar hasta el final.
- ¿Qué pasa?
¿Que crees que puedes entrar aquí cuando te dé la gana?
¿Para saberlo todo de mí?
- No.
- ¿Quién soy?
¿Lo que pienso?
¿Lo que siento?
¿Eso es lo que crees?
Eres una... ¿Ah?
[música de suspenso] ¿Qué pasa?
Dime.
¿Te pone la curiosidad?
¿Es eso?
¿O es que estás buscando otra cosa?
¿Hmm?
Dime.
Darle un poco de alegría a tu vida, un poco de excitación.
¿Quieres saber por qué maté a Luis?
Maté a Luis... por la misma razón que te mataría a ti.
Por placer.
[goteo] [música de suspenso] [voces indistintas] - ¿Estás bien?
Vamos.
Veo que te has enfrentado al miedo y que has elegido el camino de la verdad.
- He escogido el camino de seguir escuchándote.
Ya veremos si eso es lo correcto.
¿Empezamos?
- Terminamos.
¿Es lo que se hace cuando se llega al final?
- Ya estamos cerca.
- Te dije que te iba a explicar una serie de casos.
- Servicios.
- Y que quizás así entenderías algo de mí.
¿Lo has hecho?
- Creo que sí.
- Muy bien.
Pero todavía no sabes por qué maté a Luis.
Por placer.
Y el tiempo se nos acaba.
Tendremos que darnos prisa.
- Bien.
¿Por qué le mataste?
- Todavía te faltan piezas para entender eso.
- Pensaba que estábamos llegando al final.
- Es el principio del final.
Año 2014.
Yo estaba bajo arresto domiciliario.
Que es como estar en la cárcel, pero con un colchón decente.
- Ay.
Gracias.
¿Te han tenido que poner esa pulsera para que me invitaras a tu casa?
- Bueno, no.
En realidad... te necesitaba para que me subieras el café del supermercado.
- ¿Solo eso?
- Y el azúcar también.
- Qué lástima.
- ¿Por qué?
- Porque yo tenía otras cosas anotadas en mi lista de la compra.
- ¿Qué?
¿Qué cosas?
- Chocolate.
Es afrodisíaco.
- Ah, ¿sí?
- Mmm-hmm.
- ¿Quieres chocolate?
- Mmm-hmm.
- ¿Cómo lo quieres?
¿Almendras, avellanas...?
- Me da igual.
- Vale, entiendo que necesitemos idealizar los recuerdos, pero esto es pasarse un poquito, ¿no crees?
- Perdona, pero no sé qué quieres decir.
- No, nada.
Solo que no te imagino siendo tan... encantador.
- Ya.
No es propio de un asesino.
- No, es... Solo que no te imagino siendo así.
- Vaya, vaya, vaya.
¿Así que ya me conoces también?
- No.
Pero sé que no dejaste la investigación.
- Exacto.
- ¡Ah!
[música de suspenso] - Lo siento.
- ¿Qué es esto, Yayo?
- Eso es todo.
Toda la investigación está ahí.
Pistas, conexiones, pruebas.
La muerte de Marga.
Fue Tachenko, puedo demostrarlo.
- Está suspendido, Yago.
No deberías pensar en eso.
- La pulsera me impide salir de casa, pero no hacer mi trabajo.
Tachenko y Miranda, el marido de Marga, estaban conectados.
Tengo una testigo que puede corroborar.
- Sin pruebas documentales no tienes nada.
- Es una investigación en curso.
- Es una obsesión.
- ¿Eso crees?
- Sí.
Entiendo perfectamente cómo te sientes.
Pero podrías dedicar el tiempo a otras cosas.
- ¿A qué?
¿A follar contigo, por ejemplo?
Ya lo hago.
- Sí, por ejemplo.
A follar conmigo, pero más.
Es mucho más real.
- ¿Y eso no es real?
Marga no es real, ¿verdad?
Tachenko no es real.
¿Todas esas niñas no son reales?
¿No lo son?
Dímelo.
- Sabes perfectamente a qué me refiero.
Yo no puedo con esto.
Y si sigues por ahí, tengo miedo que lo que quiera que tengamos acabe estropeándose, Yago.
- Tienes razón.
Ya te he dicho que Lola no quería saber nada.
- Ya.
Pero Lola no era la jueza de instrucción en el pasado, ¿verdad?
- No.
Perdona, pero ¿qué es eso?
- Ensalada de tofu y berenjenas rellenas al vapor.
Te los ha hecho Celia especialmente para ti.
- Ajá.
¿No has hecho lo que te pedí?
- ¿No lo vas a abrir?
¿Eh?
Te juro que a mí esta comida me ha salvado la vida.
- ¿Le has dicho a Frade que me llame?
- En cuanto le des un bocado, te lo digo.
Y si no, se lo va a comer toda la niña rusa.
Por cierto, ¿dónde está?
- Se aburrió de estar aquí.
Se ha marchado.
- Ha saltado el viejo, ¿no?
No me extraña.
¿Dónde te la has llevado?
- Un sitio seguro.
- Ah, un sitio seguro.
¿Qué pasa?
¿Que ahora no te fías de mí o qué?
- No, no me fío de lo que harían algunos por sacate esa información.
- Bueno, entonces no me has aceptado con la comida, ¿no?
A ver si esto te abre el apetito.
No ha sido fácil conseguirlo, ¿eh?
Me ha dicho que le llames tú.
- Gracias.
Luis, a veces se me olvida que eres un buen policía.
Y lo eres.
[mujer 1] El incidente del robo de pruebas documentales se ha saltado con Gerardo Miranda libre de cargos y usted es arrestado.
- Bueno, hasta los callejones sin salida tienen alcantarillas por las que poder escaparse, ¿verdad?
- Ya no recordaba que hablar con Yago Costa es toda una experiencia.
- Muchas gracias, pero también puedo serle útil.
Estoy investigando su caso.
Con mi ayuda podría relanzar el juicio.
- ¿Tiene pruebas?
- Tengo un testigo que señala directamente a Gerardo Miranda.
- Un testigo solo sirve si corrobora evidencias.
- Por eso la necesito a usted.
- El señor Miranda ya se me ha escapado una vez.
Dos veces dañaría mi reputación.
- Usted sabe perfectamente que ya la tiene dañada.
- Y lo estaría más colaborando juntos.
No se ofenda, pero usted es sospechoso de robar pruebas que precisamente incriminaban a Miranda, por no hablar de su relación con Marga Izquierdo.
- No sabía que fuera usted de las que hace juicios paralelos.
- Solo si puedo ganarlos.
- Y este lo ha perdido, al menos con Miranda, ¿verdad?
- La anulación de una diligencia por causas ajenas a mi competencia no es una derrota.
- Puede que sea así para cualquier otra persona.
Pero para la famosa jueza Frade, implacable y exitosa, excepto por un tachón en su historial, un tachón que todavía podría enmendar, ¿verdad?
Quiero que reanude la instrucción.
- Legalmente no puede hacerse cargo de ella.
Su situación actual se lo impide.
- Cierto, pero el inspector Corbalán aquí a mi lado conoce el caso perfectamente.
- ¿Está de acuerdo?
- Sí, sí, claro.
- Está bien.
Les recuerdo que esta es una investigación de carácter preliminar.
Eso significa que no podrán citar a nadie para ser interrogado ni obtener permisos para realizar registros.
Quiero discreción absoluta.
- Por supuesto, la tendrá.
Y al cabo de unos días, Luis volvió a mi casa.
Consiguió las copias de los informes económicos de las empresas y de las fundaciones de Gerardo.
Balances, recibos, incluso el impuesto de recogida de basuras.
¡Todo!
- Estabais buscando irregularidades.
- Sí, pero es más fácil leer el interior de una persona que un balance trimestral.
- ¿En serio?
¿Nada?
- Nada.
Todo parecía legal.
Todo.
- ¿Parecía?
- Sí.
Lo único que sacamos en claro es que no trabajaba solo.
En mi trabajo saber algo es lo de menos.
Lo realmente importante es poderlo demostrar.
- Y vosotros estabais atados de pies y manos.
- Exacto, sí.
Y por eso tuve que recurrir a lo único que no podían encerrar.
- ¿El qué?
[música de suspenso] - Sé que Tachenko mató a su mujer.
Sí.
[música de suspenso] Sé que Tachenko mató a su mujer.
Y que usted le conoce.
- Tengo pinta de relacionarme con asesinos.
- No juzgo a la gente por su aspecto.
Y mi testigo tampoco.
- Un testigo solo es útil si corrobora evidencias.
- A mí me basta con que diga la verdad.
- Pues, no se preocupe, yo nunca miento.
A no ser que usted se mienta a sí mismo.
"A no ser que se mienta usted mismo".
[música de suspenso] Tachenko os proporcionaba chicas y drogas para vuestras fiestas, ¿verdad?
- Sigo sin ver pruebas por ningún lado.
¿No tiene nada más?
[música de suspenso] - Claro.
Ninguno de los dos somos libres.
No.
No.
Yo estoy prisionero de esta pulsera.
Y usted lo está de su depravación sexual.
La única diferencia es que yo no me tengo que esconder.
Sí, muy bien.
Para ustedes el anonimato es fundamental.
Pero eso tiene un precio, ¿verdad?
Claro.
¿Qué estaría dispuesto a hacer para que nada de esto se supiera?
- ¿Me está chantajeando, inspector Costa?
- Claro que sí es eso.
Sí, señor, es eso.
El silencio no sale barato.
Alguien tiene que tener pruebas.
Alguien tiene pruebas.
Alguien tiene pruebas.
¿Quién?
- Alguien que se está beneficiando de ellas.
- Sí, era la conclusión más lógica.
- ¿Un chantaje?
¿De quién?
- De cualquiera.
Gerardo y sus socios eran un entramado criminal.
Gente rica, influyente, educada.
- Pero criminales.
- Mmm-hmm.
Alguien tenía que tener pruebas de esas fiestas.
Fotos, videos.
Y yo iba a encontrarlas.
Solo era una cuestión de tiempo.
Pasé las siguientes semanas investigando a los socios de Gerardo.
Gente que debería estar encerrada.
En ocasiones creía que iba por el buen camino.
Pero siempre me daba con el mismo muro.
La invisibilidad.
[música de suspenso] [Sara] ¿Y Lola?
- Quizá... no le era del todo sincero.
- O sea que le mentías.
- Bueno, más bien se dejaba engañar.
- ¿Se dejaba?
- Mmm-hmm.
- ¿Por qué?
- Supongo que no quería darme a elegir entre ella y la investigación.
Porque intuía... cuál sería mi elección.
- ¿Qué lees?
- Nada.
¿Te he despertado?
- ¿Y qué haces, Yago?
- Es una cita a nombre de Gerardo Miranda.
Uno de los accionistas de Villanueva.
Ah.
Échale un vistazo.
- No.
No quiero verlo.
- Tú conoces a Villanueva, ¿verdad?
¿Qué trato tienen?
- ¿En serio quieres hablar de eso ahora?
- Sí.
Bueno, ¿por qué no?
Sí.
Ya que te has despertado y estás aquí, pues... - No, porque son las tres de la mañana y yo no puedo tener información de un caso que está instruyendo Frade.
- El caso no lo llevo yo, lo lleva Luis.
- Yago... no quiero que esto te consuma.
[Yago] Pero lo hacía.
- Y tú no podías parar.
- Era como un picor, como un picor en la cabeza.
Pensé que Lola podría aliviarlo, pero no.
El único alivio era resolver el caso.
Y para eso tenía que aislarme del mundo.
Pero el mundo se empeñaba en molestarme.
- Cuando robaste la cocaína del almacén de pruebas pensé que habías tocado fondo, pero ya veo que no.
- No, no... Vaya, no, no necesito una madre.
- Es que no soy tu madre, soy tu jefa.
La misma que ha evitado que terminaras en la cárcel.
Aunque esto no es mucho mejor, la verdad.
- ¿Y qué quieres, jefa?
- Luis está colaborando con la jueza Frade.
Están investigando de nuevo a Gerardo Miranda.
- Ah, ¿sí?
- Sí.
- ¿Qué tal le va?
- No sé.
Dímelo tú.
- Esa jueza no será nunca por vencida, ¿verdad?
- Al parecer tú tampoco, ¿no?
- Ah.
Creí que habías venido a visitarme.
- Yago, si me interesara solo por tu estado de ánimo, te hubiese llamado por teléfono, ¿no crees?
- Si te lo preguntas... no, no, no estoy ayudando a Luis.
- Yo no he dicho eso.
¿Has descubierto algo nuevo sobre Tachenko?
- Estoy en ello.
- Pues, no estés.
No quiero que te salpique.
- ¿Y eso es una orden, jefa?
- No.
Es un consejo de amiga.
- Creí que solo eras la jefa.
- Yago, estás bajo arresto domiciliario.
Así que por tu bien, aparca la investigación, ¿eh?
- A sus órdenes, jefa.
Marga no se merecía que dejase la investigación.
- Aunque Delacruz tuviese razón.
- La razón no es un término absoluto.
- Yago, por favor.
Quería ayudarte.
Solo se preocupaba por ti.
- Por experiencia la gente solo se preocupa de sí misma.
- Por experiencia propia, dices, ¿no?
- A un loco no se le ayuda diciéndole que está loco.
No.
Se le ayuda participando en su delirio.
[música de suspenso] - El silencio no sale barato.
Alguien tiene pruebas.
[música de suspenso] Sé que le conoce.
- Como todo el mundo.
Es José Luis Cortina, empresario.
Tiene varios medios de comunicación.
- Usted solía invertir dos millones en publicidad al año en uno de ellos.
- ¿Y qué?
- Me parece una cifra desmesurada para una televisión local.
- Y para una televisión local con mucha audiencia.
- No, no, no.
Todos sabemos que era un auténtico fracaso.
- Ya.
Pero era el auténtico fracaso de un amigo.
- Ninguna amistad vale tanto.
- Espera, yo conozco a ese empresario.
¿No es el que le dieron una paliza?
- Sí.
Muy buena memoria.
Unos tipos entraron en su casa y le reventaron las costillas, un ojo y el pulmón izquierdo.
[música de suspenso] Y casualmente justo después usted deja de invertir en sus programas.
¿Está todo ahí?
¿Todo?
Las cancelaciones de las transferencias Interplay Video.
- Una hipótesis no es una prueba.
- Cierto.
Pero mi intuición me dice que José Luis Cortina tenía imágenes comprometidas de sus fiestas con menores, ¿verdad?
Sí.
Y le chantajeaba con airearlas a cambio de que usted invirtiera en sus programas.
Hasta que un día se cansó y se lo hizo saber.
Bueno, no fue usted, contrató a alguien para que lo hiciera.
Solo hace falta un... pequeño empujón para que una hipótesis se convierta en una prueba.
Y José Luis Cortina es ese empujón.
- Había revisado estas cuentas mil veces, no sé cómo hostias se me ha podido pasar.
- Lo importante es que ya lo tenemos.
- Vamos a tener que llevarlo a comisaría a interrogarlo.
Me ha llamado la atención lo fácil que me ha resultado contactar con usted.
- ¿Perdone?
- Sí, digo... No sé, con... con su categoría.
Pensé que sería más complicado.
- No soy alguien que se esconda.
- Tampoco pasaría nada por que lo hiciese.
Sería comprensible.
Con la paliza que le dieron... yo no saldría mucho a que miréis el sol.
- ¿Por eso me ha hecho venir?
¿Han retomado la investigación?
- Uf.
Algo así.
Aunque algo me dice que a usted le interesa dejarla tal y como está.
Sin resolver.
- ¿Por qué piensa eso?
- Tiene contactos, tiene... amigos.
Podría haber presionado.
Pero no lo hizo.
- Vaya.
Ahora es mi culpa que ustedes hagan mal su trabajo.
- Sé que los que entraron en su casa no eran unos simples ladrones.
Fue Tachenko y su banda los que le decoraron la cara a hostias.
- Sé que los que entraron en su casa no eran unos simples ladrones.
Era Tachenko y su banda los que le decoraron la cara a hostias.
Y fue... este hombre... quien dio la orden.
- Por favor.
Gerardo era mi amigo.
- Era.
Usted le proporcionaba a él y a sus socios las casas para las orgías.
Y luego los chantajeaba.
Amenazándoles con hacer público todo lo que pasaba ahí dentro.
[Villanueva] Tiene una gran imaginación.
Debería dedicarse a la televisión.
Tal vez le contrate algún día.
- Discúlpeme, pero no se ofenda.
Tengo entendido que su cadena ya no es lo que era.
- ¿Con-Contratarme?
No.
No se ofenda, pero... pero es que su cadena ya no es lo que era, ¿eh?
Ni usted tampoco.
Usted antes tenía poder.
Infundía... respeto, ¿no?
Pero... todo eso... desapareció.
- La suerte es voluble.
- Una mala racha.
No me diga que es una mala racha porque esta le dura demasiado.
¿Cuánto tiempo hace que... nadie le llama?
O mejor... que no le contestan sus llamadas.
- Con lo que usted era, ¿cuántos de esos que ahora le giran la cara... se peleaban por hacer negocios con Interplay Video?
- Se ha convertido en un don nadie.
- Me he retirado.
- No.
Le han retirado a base de golpes.
- Golpes que ahora puede devolver.
- Uno no se pelea con esa gente.
- Pero usted lo hizo, ¿verdad?
Sí, se resistió.
Cuando entraron en su casa y le amordazaron, usted peleó.
- Entonces estaba usted solo.
Ahora ya no.
Podemos encerrarlos.
A todos.
A Tachenko, a su banda y a Gerardo.
Pero para eso necesitamos pruebas.
- Se lo llevaron.
No dejaron nada.
- Guardarían copias.
- Se aseguraron bien.
- Miranda tiene que pagar por lo que hizo.
- Gerardo jamás se hubiera atrevido por sí solo.
Le debe su lealtad a alguien más grande.
[Yago] ¿Quién dio la orden?
Luis.
¿Quién dio la orden?
Luis, pregúntaselo.
¿Quién dio la orden?
¡Pregúntaselo!
¿Quién dio la orden?
¡Hazlo!
¡Luis, preguntárselo!
- ¿Quién, quién manejaba los hilos?
- ¡¿Quién convirtió su vida en una puta mierda?!
¿Quién?
- ¿Quién?
- Iñigo.
Iñigo Villanueva.
[música de suspenso] [tono de llamada] - Iñigo Villanueva.
- La Operación Vulcano se extendía mucho más allá de lo que pensábamos.
- ¿Y Frade lo sabía?
- Puso la misma cara que tú cuando se enteró.
- Un momento, a ver si me aclaro.
¿Me estás diciendo que el principal sospechoso en una trama de corrupción está implicado también en otra de prostitución de menores?
- Mmm-hmm.
Frade hizo registrar su casa y su despacho.
- ¿Y?
- Habían formateado los discos duros un día antes.
- Alguien les había avisado.
Oye, ¿y Lola qué pensaba de todo esto?
- ¿Lola?
Lola no fue la única consecuencia de esos registros.
[Lola] Me llamó Delacruz y no me lo podía creer.
¿En serio?
¿Un interrogatorio a distancia?
¿Qué va a ser lo siguiente?
- No tenía que habértelo dicho.
- Pero me lo dijo.
- Algo querrá a cambio.
- Protegerte.
- Quiero que se haga justicia con Marga.
Espero que lo entiendas.
- Y lo entiendo, pero eres tú el que confunde justicia con otra cosa.
- ¿Con qué?
- Con vivir en paz.
Marga ya no está.
Déjala descansar, Yago.
- No puedo.
No puedo, tengo que seguir.
Tengo que seguir con Marga.
- ¿Hasta dónde?
¿Hasta que no quede nada de ti, Yago?
- Sin ti me hundo, Lola.
- Pues, no me sueltes, Yago.
[Yago] Lola me mantenía a flote.
Pero para mí la única manera de coger aire era resolver el caso.
Y para eso también tenía que descubrir quién había alertado a Villanueva.
- Ah, no lo veo muy probable.
- Formatearon todos los ordenadores 24 horas antes del registro.
- La casualidad suele ser muchas veces, eh, la respuesta a mucho misterio.
- No.
No creo en las casualidades.
Pero sí en los traidores.
- Yo estoy con él.
Cuando registramos su despacho no había ni un moco debajo de la mesa.
Y demasiada limpieza es sospechosa.
- Lo que cuenta es el registro.
En base a eso, no hay manera de reconducir la investigación.
- ¿Tendremos que jugar igual de fuerte que ellos entonces?
Claro.
Ponerles unos micrófonos.
- Las escuchas siempre son un asunto delicado.
- Y después de lo que ha pasado, Villanueva estará sobreaviso.
- Tendremos que darnos prisa.
No esperarán que actuemos tan pronto.
Ni él ni su topo.
- Es vital que la investigación siga teniendo legitimidad jurídica.
- Por supuesto.
Y para eso la necesitamos a usted.
Decidimos hacerlo en el Luna Rosa.
Un restaurante al que Villanueva iba todos los domingos.
[Sara] ¿Y?
¿Tuvisteis suerte?
[Yago] Demasiada.
Lo cazamos a la primera.
[hombre 1] ¿Entonces cuándo nos reunimos con el comité?
[Villanueva] El jueves, como siempre.
[Luis] Espera un momento, Yago.
Viene ahora.
- Pero dices que no conocemos de nada al tipo que está reunido con él.
- Es la primera vez que se reúnen.
- Pues, parece que se conocen de toda la vida.
[hombre 1] Va a dar tiempo a prepararlo todo.
No hay más remedio.
Va a ser complicado tener listo todo el papeleo.
- Viene ahora.
Ahora.
[Villanueva] Yo creo que el problema no es el papeleo, sino el secretario de Sanidad.
Después del incidente en mi despacho se ha vuelto muy inestable.
[hombre 1] Pues, habrá que convencerle.
[Villanueva] Sí, si no se une a la propuesta, tendremos que dejarle fuera.
[hombre 1] ¿Cómo?
[Villanueva] Como hicimos con Cortina.
[hombre 1] Vale.
Perfecto.
- Ahí está.
Ahí está.
Lo tenemos.
No va a ser difícil relacionar a Villanueva con la paliza.
Y de ahí solo hay que tirar del hilo.
- No.
Luis, es demasiado fácil.
- Joder, Yago.
Para una vez que tenemos suerte nos vamos a poner exquisitos.
- Está bien.
[Sara] Espera.
Esas fueron las famosas escuchas que inhabilitaron a la jueza Frade, ¿no?
- Exacto.
El tipo, el que no habíamos visto con Villanueva, era su abogado.
Así que el Supremo desestimó las escuchas por vulnerar el derecho fundamental a la defensa.
- Nos tendieron una trampa.
- Y acabaron con la jueza Frade.
- ¿Quién sabía lo de las escuchas?
- No lo sé.
Cualquiera.
Delacruz, los técnicos que microfonearon el restaurante.
- ¿Alguien del juzgado?
- Es posible, sí.
O quizás simplemente se lo olían.
No lo sé.
[música de suspenso] ¿Qué te pasa?
¿Estás bien?
- Sí.
Sí, pero... ¿pensabas que podía pasar algo así?
¿Utilizaste a Frade?
- Puede ser, sí.
También puede ser que ella me utilizara a mí.
- Pero fue su carrera la que terminó, ¿no?
- Sí.
Y ahora está jubilada, feliz, con sus dos gatos.
En cambio, mírame a mí.
- ¿Cómo sé que no me estás haciendo lo mismo a mí?
- ¿Utilizarte?
- Mmm-hmm.
- Bueno, no tienes manera de saberlo.
¿Y tú?
¿Me estás utilizando tú a mí?
Pronto podrás decidir si las razones por las que maté a Luis son legítimas.
O si por el contrario, solo soy un asesino manipulador.
Pero mientras tanto podemos ir con la historia.
- Sí, perdona.
Tras la destitución de Frade, la jueza Solozábal heredó la instrucción del caso Vulcano.
- Muy bien, sí.
Ese caso del cual no quería saber nada.
- Bueno, pero para ella fue un ascenso, ¿no?
De jueza de instrucción a la audiencia nacional.
- Ya lo creo.
Esa fue una época de muchos ascensos.
[al unísono] ¡Eh!
- Bueno, hoy porque estamos de fiesta, ¿eh?
Pero no me jodáis, ¿eh?
No os acostumbréis a beber cuando estamos de servicio.
No seáis capullos, ¿eh?
Guau.
Todavía no me lo creo, ¿eh?
¿Dónde está la jefa?
¡Jefa!
Jefa.
¿Dónde está la jefa?
- Ya no soy tu jefa.
- Anda que no.
Una cosa es que te prejubiles, pero de mi corazón no te irás nunca.
[ovación] Por la comisario Delacruz.
Porque se toquen los huevos todo lo que nosotros no podemos.
- ¡Viva!
- Y por el nuevo comisario Corbalán, por favor.
Porque esté a la altura de su predecesora.
- ¿Qué me he perdido?
- Delacruz decidió prejubilarse.
Y recomendó a Luis para su puesto.
- ¿A Luis?
[voces indistintas] - Lo hará bien, seguro.
- No lo dudo.
Pero tampoco mejor que tú.
Todavía tenías unos buenos años por delante, ¿no?
- Ya, pero una no siempre puede hacer lo que le pide el cuerpo.
- No, tú no.
Tú siempre has hecho lo que has querido.
- Pero antes no estaba tan cansada como ahora.
- ¡Eh, adelante!
Oye, pero... - Supongo que nos pasa a todos.
[música de rock] Más tarde descubrí que le habían presionado para que abandonara su cargo.
Ahora ya no me cabía ninguna duda.
Había un topo.
- ¿Luis?
- Yo no creo en las casualidades.
- Pero sí en los traidores.
Y por eso la mataste.
- Has acertado en la primera frase.
[Epifanio] ¿En serio?
No sé cómo no le aburren las batallitas de este.
- Ya, yo tampoco lo entiendo.
- Espera, ¿podría quedarse un minuto más, por favor?
- Sí.
Pedimos unas cervezas y algo de picar.
- Mañana seguimos, a la misma hora.
Y continuaré con la historia.
[Sara] Misma hora.
Me aseguraré de cruzar todos los semáforos en verde hasta mañana.
- Más te vale.
[música de suspenso] [voces indistintas] [música de suspenso]
Support for PBS provided by: